DALE, dale, dale... No pierdas el tino !!!

DALE, dale, dale... No pierdas el tino !!!


El 6 de diciembre, solían iniciar las celebraciones del Dios Huitzilopochtli. Nuestros templos se llenaban de bailes, cantos y antorchas para despedir al Sol Joven. Las fiestas continuaban hasta hacer el sacrificio de Quetzalcóatl (El sol viejo- Dios Dual del Oeste, quién gobernaba la época de obscuridad). Los Mexicas ayunaban para purificarse, se limpiaban a ellos mismos para poder limpiar a sus Dioses. A los que les ofrecían ofrendas por las buenas cosechas que les habían permitido disfrutar, durante el año que estaba por concluir. Simbolizaban, el néctar de la vida.

Seamos conscientes de ello o no, estamos regidos por ciclos. Nuestro día a día, nuestras relaciones, nuestras labores y todo en nuestra existencia; pasa por el mismo proceso al que le solían rendir culto nuestros antepasados. Periodo de siembra (obscuridad), germinación-floración (luz), cosecha y sequía. Cada uno representa una estación del año, ciclos que nos enseñan la forma correcta de abrir y cerrarlos en cada área de nuestras vidas, en cualquier época del año.  

El periodo de siembra o de obscuridad, es quizá el más importante de todos ellos; es en el que se escogen todas las semillas que queremos ver florecer en el nuevo ciclo. Todo lo que cosechamos en esta época, lo veremos crecer durante el nuevo año. Cada pensamiento que se tenga, cada acción y cada intención; están sembrando una nueva semilla de lo que será parte de nuestra realidad. Por eso los Mexicas solían purificarse en esta época, sabían la importancia de dejar lo negativo en el año que se va y sembrar las mejores semillas para el año venidero.

Su proceso de purificación terminaba 9 días antes del solsticio de invierno, momento en el que los ancianos más honorables del pueblo llegaban con Quetzalcóatl a decirle:

“Señor, sabrás que de aquí a nueve días

 se te acabará este trabajo de bailar y cantar

porque entonces has de morir”

A lo que él respondía:

“Que sea en muy hora buena”.

Al llegar ese día, sacaban su corazón para ofrendarlo a La Luna, nuestra Madre, símbolo de fertilidad, nacimiento, crecimiento, muerte y regeneración. La energía necesaria para que lo más profundo salga a la Luz. Dar el corazón, era la forma de asegurar el éxito de ello.

La fecha en la que era entregado el corazón, coincide con la celebración de “La Navidad”. Los colonizadores usaron nuestras tradiciones para prepararnos ante la llegada de Cristo, con lo que ahora conocemos como “Posadas”. Nueve días de rosario y letanías, representando los meses de gestación de María. Cambiaron las antorchas por luces de bengala y el acto del sacrificio por el de romper la piñata. La tradicional, debe tener 7 picos en representación de los 7 pecados capitales. Mismos que deben romperse para que pueda surgir lo dulce de la vida.

Diferentes culturas y religiones, hacen ver en sus tradiciones la importancia del proceso de purificación- transición al nuevo ciclo. Todas concluyen en llegar con el corazón puro al mismo.

El proceso mental de cierre es quizá muy opuesto a lo que se debe hacer. La mente evalúa, premia y castiga. Los que hayan logrado en su mayoría sus metas, quizá estén más felices en esta época; los que no, quizá sientan mayor frustración. Algunos cargan con los malos recuerdos de otros años o del mismo. Las mismas celebraciones evidencian lo que nos hubiera gustado que fuera, contra lo que es.

 Lo que impide conectarse con lo bueno de las mismas, es justamente, no cerrar los ciclos. Cargar con todas esas emociones, situaciones o personas que ya no corresponden a lo que debemos vivir. Todo eso que se ha convertido en carga en nuestra vida, impidiéndonos avanzar. Todo lo que molesta, pesa o duele, son cosas que debemos dejar atrás. Ya no corresponden a nosotros, mucho menos a nuestro futuro. Nos enseñan que en la vida hay que acumular, cuando en realidad hay que cerrar y soltar.

Muchas personas no saben cerrar situaciones o dejarlas atrás, por la culpa que genera hacerlo. La culpa, sólo es una trampa de la mente para impedir ser feliz, nos ancla a malas situaciones a cambio de aliviarnos momentáneamente. La mayoría inicia los años cargados de nuevas culpas, en lugar de hacerlo cada vez más ligeros.

Es imposible ser feliz mientras se carguen emociones, pensamientos, situaciones o personas. Sólo lo logran los que viajan ligero, los que tienen plena libertad para ir por sus sueños o lo que de corazón desean.

Estas fechas son ideales para descubrir qué queremos y qué no. Para soltar todo lo negativo y quedarnos solo con nuestras mejores semillas. Permitiéndonos así, cosechar lo mejor de ellas en nuestra realidad el resto del año. Llegar con el corazón puro para disfrutar y ofrecer lo mejor de nosotros por un ciclo más.

Todos los años la vida nos regala la misma pregunta que nuestros ancianos le hacían a nuestro Dios Quetzalcóatl, nos propone que muera lo viejo, para dar vida a lo bueno nuevo. A cambio, solo nos pide ofrecer el corazón.

(Susana C. Dávila)